Los ácidos grasos Omega-3, como el ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA), son esenciales para la salud cardiovascular, cerebral y ocular. Se ha demostrado que el consumo regular de Omega-3 reduce los niveles de triglicéridos, mejora la función endotelial y disminuye la inflamación, lo que contribuye a la prevención de enfermedades del corazón (Mozaffarian & Wu, 2011). Además, el DHA es un componente crucial de las membranas celulares del cerebro, y su ingesta adecuada está relacionada con mejoras en la función cognitiva, memoria y reducción del riesgo de deterioro cognitivo en la vejez (Yurko-Mauro et al., 2010). Los Omega-3 también tienen propiedades antiinflamatorias, lo que los convierte en un tratamiento eficaz para trastornos inflamatorios como la artritis reumatoide (Calder, 2017). Estos ácidos grasos no son producidos naturalmente por el cuerpo, por lo que deben obtenerse a través de la dieta o suplementos.
Bibliografía: - Mozaffarian, D., & Wu, J. H. (2011). Omega-3 fatty acids and cardiovascular disease: effects on risk factors, molecular pathways, and clinical events. *Journal of the American College of Cardiology*, 58(20), 2047-2067. - Yurko-Mauro, K., McCarthy, D., Rom, D., Nelson, E. B., Ryan, A. S., Blackwell, A., Salem, N., & Stedman, M. (2010). Beneficial effects of docosahexaenoic acid on cognition in age-related cognitive decline. *Alzheimer's & Dementia*, 6(6), 456-464. - Calder, P. C. (2017). Omega-3 fatty acids and inflammatory processes: from molecules to man. *Biochemical Society Transactions*, 45(5), 1105-1115.